domingo, 28 de marzo de 2010

Cuentos por alumnos de la Universidad Nacional de Rio Cuarto (Edición 1)


¿Qué pasó cuando Artigas murió?

Artigas murió en 1850, en un 23 de septiembre muy distinto a los septiembres de ahora. Se podría decir también que no murió nunca, aunque en la actualidad su pensamiento padezca de muerte cerebral. De su último respiro escapó el alma del cuerpo y subió al cielo más rápido que ascensor de las ex mellizas del World Trade center. Hacía tiempo que Dios quería tenerlo al lado estaba claro, hasta un amigo me dijo que el barbudo lo admiraba y quería conocer.
Gervasio se sintió un poco confundido y preguntaba por el caballo que había pedido antes de morir. Dios le explicó personalmente su condición de fallecido, que anhelaba de hace años hospedarlo y cuando deseara mirar para abajo podía ver la tierra y su Paraguay natal, - Yo soy oriundo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Le respondió el general dolido mientras iba a inspeccionar el lugar.
Cada tanto miraba hacia abajo y no entendía la empatía del que escribía eso de la muerte y su consecuente felicidad eterna, de seguro el escritor no era un soñador. Pensó en ir a visitar a Satanás pero concluyó que era lo mismo, el dolor se produciría igual pero por mirar hacia arriba, nadie de los presentes le supo dar información sobre el purgatorio.
Artigas perdió la capacidad para soñar por la imposibilidad de llevar a cabo sus sueños, no tenía sentido anhelar traspasar a un enemigo con su sable sin que fallezca. “Pesar de todo muerto que solo pueden trascender a los vivos como una suave brisa imperceptible” decía él y se martirizaba mirando hacia abajo hasta decidir no hacerlo más. Pero sosteniendo una esperanza aún más fuerte que la de la caja de Pandora. De a poco, y a cuentagotas fueron llegando personas al cielo, eran de Argentina, Chile, Perú, Bolivia, y varios países más. El general no entendía si estaba en el cielo de este mundo o de todo el universo. Intrigado un día usó la excusa de matear con Dios para sacarse sus dudas, -¿Este es el cielo del universo todo o de la Tierra?, - Sólo de la tierra mi amigo. Le respondió suavemente para que sus palabras no terminen de despedazar su sueño. -Y esos países son… -Sí lo son. –La unificación está… -Más muerta que todos los que hospedo juntos y con luchas más fuertes que los que hospeda Satanás.
Gervasio lloró tanto que Dios pensó en resucitar a Noé, pero estaba viejo y tenía las manos muy cansadas como para oficiar de albañil en tan gran proyecto y se le ocurrió una idea genial. En vez de un arca para Dios construiría una casa con piso de nubes negras para Artigas y todos felices, o más o menos. De paso invitó a Simón Bolívar y José de San Martín que por mirar hacia abajo estaban al borde de la locura.
En 1967 llegó Ernesto Guevara, y todos cómplices (Dios incluso) lo alojaron en esa casa ocultándole que podía mirar abajo y observar la Tierra.
Hoy Alejandro Dumas escribe “los tres mosqueteros del cielo” inspirándose en estos cuatro personajes, mientras Noé pega cerámicos de nubes oscuras por todos lados.
Juan José Tomassini. 20 Años. Estudiante Abogacía y Filosofía Universidad Nacional de Rio Cuarto

viernes, 26 de marzo de 2010

Poesía por Alumnos de la Universidad Nacional de Rio Cuarto (Edición 1)


“Si me quieres arrodillar,
córtame las piernas y aún podré volar.”
(Roberto Iniesta)
Somos jóvenes y nos vamos a morir, tal vez jóvenes. Ante eso, ¿qué? Me gusta la poesía. En tiempos de guerra, es el chaleco antibalas que el enemigo elegiría para nosotros.
Me llamo Franco Gargiulo, empecé a nacer en 1989 y ahora estudio filosofía en la UNRC. Bardos, saludos, preguntas, al correo de la revista. Culpa de tipos como Gelman, Teillier, Pessoa, Benedetti, Cioran y unos cuantos descerebrantes
más, escribo así:

No recuerdo el día
o sea que te amé ayer
La distancia se me mete en la aorta y es
como tener la espalda ancha
miles de kilómetros de ancha
y no poder girar para verte

***

Pero si ya no tengo ni la excusa de siempre, que estoy vivo,
para aplastar a la dolor,
cómo puedo perderme para oler la melancolía de la fealdad terca queriendo
volver a mí
para recibirla con los barcos abiertos y abarcarla como un puerto.
Aparte te quiero tanto pero no me pierdo,
y sigo saltando de furia repetida
en todas partes, cuando el espejo me sigue a todas partes.

Grandes patas las del espejo que me persigue,
enormes alas saliendo del espejo que me alcanza cuando vuelo yo-rando
y vuelvo a sentir que no me pierdo y dejame contarte que
la soga hirviendo que me sostiene atado a la vida mía... no, no importa eso,

se trata de la coherencia,
ese árbol que muere arrodillado ante el dolor,

la dolor que se matuvo de pie todo el tiempo practicando tiro al blando no
colabora.
Este silencio obligatorio amanecería conmigo aunque yo no amaneciera.
Voy a tratar de sonreir para darte una sorpresa gorda
y abras gordos los ojos y veas cómo me voy.

Franco Gargiulo. 21 Años. Estudiante de Filosofía Universidad Nacional de Rio Cuarto

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Revista DestiemPos Modernos


Clickeando en la imagen o acá te vas al blog de la revista. Disculpanos por hacerte dar toda esta vuelta.